Biblioclastía: de la destrucción de libros y de la cultura

El sábado último, en el marco de la 4ª Feria del libro de Mar del Plata, y con la presencia del conocido historiador y escritor de "La Patagonia rebelde", Osvaldo Bayer, se presentó el libro: "Biblioclastía : los robos, la represión y sus resistencias en Bibliotecas, Archivos y Museos de Latinoamérica", compilado por Tomás Solari y Jorge Gómez, en una una co-edición del Caicyt, Eudeba y la Biblioteca Nacional

Biblioclastía es una palabra que no figura en el diccionario pero que significa, cualquier tipo de destrucción de libros: desde la censura, la quema, el descuido y la desidia por las bibliotecas, hasta la venta ilegal.
El libro reúne los trabajos ganadores del Concurso Latinoamericano "Fernando Báez" de investigación en Bibliotecología, Documentación, Archivística y Museología realizado durante el año 2006, por la Comisión de Homenaje Permanente a Trabajadores de Bibliotecas Victimas del Terrorismo de Estado, la Biblioteca Popular "Ciudad Jardín" y el CAICYT.
Hay un recorrido histórico por distintos casos de exterminio de libros, situándolos como parte de una política deliberada de acción política de la última dictadura militar.
Noventa mil volúmenes de Eudeba que desaparecieron de su oficina céntrica el 27 de febrero de 1977 y nunca más se supo de ellos. El mismo mes, la policía santafesina quemó 80 mil libros de la Biblioteca Constancio Vigil y detuvieron a algunos miembros de su comisión directiva. En junio de 1980, un juez federal ordenó a la Policía Bonaerense la quema de 24 toneladas de libros pertenecientes al Centro Editor de América Latina, uno de los proyectos editoriales de distribución masiva más extraordinarios de las décadas anteriores. Y hubo quemas domésticas de libros por miedo y por autocensura.
Durante la presentación sus autores contaron detalles de la construción del libro, diversos testimonios, anécdotas de O. Bayer, resaltando que la destrucción sistemática de los libros y la cultura ya se había iniciado antes de la dictadura instalada en marzo del '76, hizo un llamamiento a los ciudadanos y a los bibliotecarios desde su rol social, a preservar la cultura escrita.